The Croods

Fecha de escritura original: 18 de marzo de 2014.
Publicado en primer lugar en: este blog.
Revisión y corrección del texto original: 18 de marzo de 2021.

Recuerdo cómo le leía a mí tío Richard uno de los escritos que más me ha impresionado de un autor de fama recobrada últimamente: se trataba de las moscas del mercado de Nietzsche. Sin haber terminado de leerlo, escuché a mi tío reír ruidosamente. Su sonrisa perfecta y algo amarillenta (gusta de fumar) se mostraba ante mí. Y, como no dejaba de sorprenderme su reacción, me dijo:

─Cuando algo nos hace [son]reír es porque contiene algo de verdad.

He dispuesto así sus palabras, ya que si las hubiera puesto fielmente (reír en vez de sonreír) levantaría una mayor crítica sin proponérmelo seriamente. Me dirían, por ejemplo, que el sufrimiento desde el niño hasta el anciano tiene todas las posibilidades de conservar la misma intensidad de dolor aunque no la misma expresión corporal (lágrimas presentes o no). Y que reírse ante tales situaciones de tristeza ajena sería cruel.

Por eso, convenientemente, es mejor haber puesto sonreír. Aunque también se vincule este gesto (la sonrisa) con la felicidad ante algo, sé por experiencia y observación que tendemos a sonreír cuando lloramos. O al menos así se ve cuando nuestros pómulos se levantan mientras estamos tristes. Véase, por ejemplo, la sonrisa de Jack Nicholson mientras llora en About Schmidt (2002). Aunque es una actuación, se siente que su tristeza es sumamente real, es decir, que su tristeza no es fingida:

Al ver The Croods en su estreno ―conocida como Los Croods: una aventura prehistórica―, salí de la sala de cine con una sonrisa y con los ojos llorosos. No lloré, sólo estuve a punto de hacerlo. En aquél momento, varios meses atrás, ni siquiera pensé en dedicarle una reseña.

Ayer, 17 de marzo de 2014, volví a verla. La base conceptual del guión de The Croods tiene varias coincidencias con el mito de la caverna de Platón, repetido a lo largo de la historia. La razón detrás del título de esta reseña cinéfila (el mito de la caverna re-interpretado) es la siguiente: si bien no debemos asumir todo el contenido de The Croods como una auténtica y quisquillosa forma de relatar un fragmento de la historia de la humanidad, no deja de ser un sondeo creativo y antropológico sobre lo que pudo haber sido de la humanidad en ciertas circunstancias.

Aunque The Croods se sirva de algunos clichés para provocar nuestra risa, los clichés no prevalecen sobre las ideas generales que pretende mostrar esta película respecto a por qué llegamos a ser una civilización:

  1. Curiosidad e imaginación (la una de la mano de la otra).
  2. Trabajo colectivo (que es estudiado bajo la dinámica de grupos).

La verdadera riqueza que se puede apreciar en The Croods no se trata solamente de la caracterización individual de cada uno de sus personajes. Se trata también de la forma en que cada una de las acciones de los personajes muestran, como piezas de dominó cayendo una detrás de otra, el devenir histórico resumido de la propia humanidad y de las demás especies animales.

Téngase en cuenta, por ejemplo, una de las primeras escenas de The Croods. En esta escena se puede vislumbrar rápidamente la cadena alimenticia y cómo, por adaptación, cada especie tiene ciertas características preponderantes que le sirven para sobrevivir. Sin embargo, no todas las necesidades del hombre pueden verse satisfechas si todas sus acciones se realizan exclusivamente en pos de su supervivencia como especie ―véase la pirámide de Maslow―. Tal y como señala la narradora y principal protagonista de la historia (llamada Eep en The Croods):

Eso no era vivir, era sólo no morirse. Son cosas diferentes.

The Croods, lamentablemente, no ganó el premio de la Academia que se merecía en la ceremonia celebrada en el 2014. The Croods no es solamente una re-interpretación del mito de la caverna. Aún sin haber leído a Platón en su totalidad, puedo decir que encuentro otro antecedente a esta película en otra parte de la obra platónica.

Me tomaré el atrevimiento de citar las palabras de Platón recalcando que, tanto Eep como yo mismo gustamos de ver de manera directa al Sol, literalmente hablando. Sé las consecuencias a largo plazo de hacer esto (ceguera física), y he aceptado el riesgo porque el Sol me fascina.

«Me pareció entonces ─dijo él─, después de eso, una vez que hube dejado de examinar las cosas, que debía precaverme para no sufrir lo que los que observan el sol durante un eclipse sufren en su observación. Pues algunos se echan a perder los ojos, a no ser que en el agua o en algún otro medio semejante contemplen la imagen del sol. Yo reflexioné entonces algo así y sentí temor de quedarme completamente ciego de alma al mirar directamente a las cosas con los ojos e intentar captarlas con todos mis sentidos. Opiné, pues, que era preciso refugiarme en los conceptos para examinar en ellos la verdad real…».

(PLATÓN, Fedón o sobre el alma, 99c)

Haber salido del cine con una sonrisa y los ojos llorosos cuando vi The Croods por primera vez, después de todo, es el mayor elogio que podría formular ante una obra tan sublime.