Metrodecaracas

Poema dedicado a Arturo Uslar Pietri,
que describió magistralmente nuestra condición solitaria
en estas selvas de cemento (Lavoe)
en su ensayo titulado «La ciudad de nadie».

En la oscuridad de la madrugada
todos los colores se pierden
unos en otros,
un collage de proporciones épicas
de una calma abrumada.

En la oscuridad de la madrugada
un silencio ensordecedor lo cubre todo,
a las personas apresuradas, desveladas,
por poder llegar a un destino incierto,
quizá común,
cotidiano.

En la oscuridad de la madrugada
miles de rostros que no ven,
que se agolpan cual avalancha,
ante la inmediatez del vaivén
de puertas y asientos,
para poder sentirse a sus anchas.

En la oscuridad de la madrugada
una indiferencia compactada
en enamorados que se besan sin pudor,
en ojos que no ven,
en conversaciones extenuadas,
en durmientes entre laureles,
en comerciantes y necesitados,
en una soledad compartida entre
quejidos, suspiros, susurros, gritos y llantos
de diversos seres.

En la oscuridad de la madrugada
una melodía que va y viene,
una masa indiferenciada que siempre
se roza, se golpea,
que aumenta o disminuye cada vez,
donde nadie es culpable de lo que
el otro siente.

En la oscuridad de la madrugada
un estado de la naturaleza palpable,
una propiedad precaria,
la guerra de todos contra todos,
una calma irrealizable,
un caos singular,
como sumergirse lentamente en lodo
demasiado hondo.

En la oscuridad de la madrugada
poetas y músicos dispersos están,
unos en silencio
otros con voz ahogada,
intentando todos modelar el mundo
con sus palabras.

Collage cotidiano:
miles de rostros que no ven,
una soledad compartida entre
una masa indiferenciada que siempre
se roza, se golpea;
la guerra de todos contra todos,
unos en silencio,
otros con voz ahogada.