Por A.
Escrito el 23/10/17 de 9:30 a 10:50 am, en la Sala de Ciencias Sociales II de la Biblioteca Central (UCV)
Debes llegar a ser el que eres:
abandonar tu preciada fragilidad,
ese exceso de humanidad
que identifica a los cobardes,
inconsecuentes,
[ignorantes]
y diletantes.
Debes llegar a ser el que eres:
admirar del sol su ardua y real veracidad
despreciar de las sombras su aparente comodidad,
preferir la luz aunque sea solitaria
a la lluvia multitudinaria,
recordar los fuegos bajo el agua
que no perecen y no faltan.
Debes llegar a ser el que eres:
no desconocerte en promesas de un futuro reino
que puede no llegar,
ni renegar del infierno
que ya está aquí,
del que no puedes escapar.
Debes llegar a ser el que eres:
rehusar del agua su tibieza
apreciar del fuego su radical certeza,
tener como estandarte la cruel verdad
en vez de la hipócrita falsedad,
no apelar día a día a la ficción y su belleza
sino acogerte en la realidad y su fealdad.
Debes llegar a ser el que eres:
así serás merecedor del amor que inspires
y responsable frente al rencor que provoques,
conocerías pues la eterna y verdadera alegría
de ser amado
y la ocasional y real tristeza
de no ser alabado.
Debes llegar a ser el que eres:
no volver a nacer
ni intentar otros imposibles quehaceres;
frente al espejo reconocer
que no puedes cambiar de parecer,
que nada sabes
y todo temes.
Debes llegar a ser el que eres:
entregarte a la extrema tranquilidad,
ese exceso de divinidad
que define a los valientes,
consecuentes,
sapientes
y radicales.
¡Debes llegar a ser el que eres!
Pero no te importa
ni te aflige,
no es lo que realmente quieres.