Fecha de escritura original de la reseña: 14 de agosto de 2019.
Publicada en primer lugar en: Goodreads.

Leído para: la materia «Maquiavelo (autor)» (maquiavelo-ao).
Dictada por: Oriana Pineda.
En la: Universidad Central de Venezuela (UCV).
Debido a: ser estudiante de la Escuela de Filosofía de la Facultad de Humanidades y Educación (FHyE) en la UCV.

NOTA PREVIA: Leí esta obra por haber cursado la materia no-obligatoria de «Maquiavelo (autor)». Como breve reseña de la misma, anexo el reporte de lectura que le dediqué:

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El propósito de Maquiavelo al hacer una historia de Florencia parece ser, al contrario de otros escritores, no un recuento de las «proezas antiguas» que deben imitarse, sino más bien de los engaños que se han utilizado alguna vez para mantenerse en el poder y resguardar cierta fama ―al menos esto es lo que expresa en cierto momento―. Esta postura parte del supuesto explicitado por el autor, de que «lo que más agrada y enseña en la historia es la narración de los sucesos interiores», es decir, que la «letra viva» del pasado propio de una patria consiste principalmente en las discordias que se presentan en su seno, de donde se pueden tomar en cuenta los errores cometidos precisamente para no repetirlos.

No es de sorprender, en este sentido, que el filósofo italiano se enfoque en el delicado equilibrio que supone un «orden de las cosas» tanto en tiempos de paz como los de guerra; bastante frágil dicha armonía debido a que no es natural «en las cosas humanas detenerse en punto fijo», y por esas variaciones o fluctuaciones de ánimo en un pueblo, se pasa del orden al desorden. O, lo que es lo mismo, «del bien se desciende al mal y del mal se asciende al bien», porque no podemos ser sumamente perfectos sin perder nuestras virtudes por una excesiva tranquilidad, ni podemos ser sumamente imperfectos sin que nuestros vicios no nos obliguen en cierto punto a ser mejores.

El propio autor lo expresa en una sola frase: «La virtud produce la tranquilidad, esta el ocio, el ocio el desorden y el desorden la ruina; y de igual manera de la ruina nace el orden, del orden la virtud y de ésta la gloria y la buena fortuna». Respecto a las discordias civiles interiores, que se presentan inevitablemente, el filósofo las clasifica en: las que son útiles y las que dañan a las repúblicas. Estas últimas son aquellas que promueven la oposición entre bandos, mientras que las primeras no lo hacen, sino que abogan por una vigilancia mutua que permita la conservación de la virtud dentro de la sociedad.

Maquiavelo parece haberse propuesto que si no podía llevarnos al bien, nos describiría el mal en todas sus formas.